¿Qué sucede después de la muerte?
Hay una angustia existencial en cuanto ronda entre nosotros.
Sin embargo, esto es sóla la demostración de lo alejado que estamos de nuestro destino, pues simplemente somos una parte de un gran organismo, el planeta Tierra. Del cual nuestra escencia física simplemente pasará a ser otra instancia dentro de ese organismo.
Esto es tan simple que no lo podemos asimilar por nuestra arrogancia, nuestra soberbia como especie nos impide disfrutar de nuestra existencia libremente, incluso cuando nos toca el final de esta versión de nosotros mismos y a su vez nos impide conectarnos con el resto de este gran organismo.
Está claro que nuestra existencia es única e irrepetible, y por lo tanto una vez que hemos fallecido no habrá posibilidad de la existencia exacta de alguien como quien fuimos. Pero también nada impide que al desintegrarnos y reintegrarnos con el resto del ecosistema a la larga no pasemos a ser parte de otro ser. Y que en algún momento nos toque ser parte de otro ser humano. Es decir, otra vez, con una nueva vida.
Nuestra existencia como seres humanos, a lo largo de miles de años ha sido precisamente recorrer el camino
contrario al de la integración con el resto del planeta. Nos hemos expulsado a nosotros mismos del paraíso. No hubo ningún dios ni ningún otro ser que nos expulsara. Pero claro, es difícil hacerse cargo de nuestros propios errores. Así que, desde el principio, no hacemos más que echarle la culpa al resto. En este caso, si es preciso, hemos inventado otro ser al cual echarle la culpa. Bueno, una conducta que sería interesante para los psicólogos para analizar y que no lo voy a hacer aquí.
Lo interesante aquí es poder ver que a lo largo de los siglos nuestra especie se ocupó de dominar al resto de la naturaleza y -de alguna extraña manera- de adaptar lo que lo rodea a lo que entendía que era el mundo. A lo que entendía, probablemente, algún tirano o semejante ¿no? No precisamente los más sabios entre los que habitaran en ese momento la tierra. Por eso claramente no tenemos la mejor versión de nosotros mismos.
En los últimos doscientos, cien años, queda muy claro estoy que estoy diciendo. Especialmente durante la última centuria, donde se avanzó tanto tecnológicamente y quedó al desnudo nuestra total torpeza como seres fuera de esa tecnología. Basta ver lo que le pasa a cualquiera despojado de ella en medio de la naturaleza. Son muy pocas las chances que tendría de sobrevivir.
Vea, así de alejados estamos de lo que debiera ser. El peor castigo nos lo damos nosotros mismos si no nos damos cuenta que vamos a destruir el único mundo donde podemos llegar a habitar que es el planeta Tierra.
Por más que avance la tecnología, no va a haber otro mundo posible.
Entonces, en vez de gastar el tiempo, esfuerzo y recursos en quimeras tales, carreras espaciales y demás, es hora que nos pongamos las pilas en recuperar lo que nos queda de este mundo.
Caso contrario, no sólo nos lo vamos a llevar puesto sino que, bueno, nos vamos a autodestruir.
Aunque creo también que el mundo no es tan blando como parece. Creo también que eso es parte de nuestra soberbia. Es evidente que el mundo puede existir sin el ser humano. Hay razones de sobra para creerlo, creo que hasta la ciencia lo puede demostrar. Por lo tanto, debemos reconocer que somos totalmente prescindibles para el resto.
Así que está en nosotros decidir si queremos formar parte o no de este sistema.
De no hacerlo, y a menos que destruyamos completamente el planeta, éste se va a recuperar y continuará, claro que sin nosotros.
Esas son las dos alternativas que nos quedan, a la larga. O nos adaptamos de una vez por todas, retomamos "la buena senda", o perecemos en nuestra terquedad y en nuestra soberbia. No nos quedan muchas chances.
A la larga, el hecho que seamos seres demasiado finitos para los tiempos de la naturaleza también nos hace bastante irresponsables y obviamente egoístas: pensamos solamente en nuestra vida, y muchos ni siquiera se preocupan sobre qué mundo van a dejarle a sus propios hijos, nietos, etcétera. Bueno, la gente que quieran, bah. Que de alguna manera u otra, van a seguir existiendo, más allá de nuestra propia vida. Es lamentable.
En fin, el cambio empieza solamente por nosotros mismos.
Hay una angustia existencial en cuanto ronda entre nosotros.
Sin embargo, esto es sóla la demostración de lo alejado que estamos de nuestro destino, pues simplemente somos una parte de un gran organismo, el planeta Tierra. Del cual nuestra escencia física simplemente pasará a ser otra instancia dentro de ese organismo.
Esto es tan simple que no lo podemos asimilar por nuestra arrogancia, nuestra soberbia como especie nos impide disfrutar de nuestra existencia libremente, incluso cuando nos toca el final de esta versión de nosotros mismos y a su vez nos impide conectarnos con el resto de este gran organismo.
Está claro que nuestra existencia es única e irrepetible, y por lo tanto una vez que hemos fallecido no habrá posibilidad de la existencia exacta de alguien como quien fuimos. Pero también nada impide que al desintegrarnos y reintegrarnos con el resto del ecosistema a la larga no pasemos a ser parte de otro ser. Y que en algún momento nos toque ser parte de otro ser humano. Es decir, otra vez, con una nueva vida.
Nuestra existencia como seres humanos, a lo largo de miles de años ha sido precisamente recorrer el camino
contrario al de la integración con el resto del planeta. Nos hemos expulsado a nosotros mismos del paraíso. No hubo ningún dios ni ningún otro ser que nos expulsara. Pero claro, es difícil hacerse cargo de nuestros propios errores. Así que, desde el principio, no hacemos más que echarle la culpa al resto. En este caso, si es preciso, hemos inventado otro ser al cual echarle la culpa. Bueno, una conducta que sería interesante para los psicólogos para analizar y que no lo voy a hacer aquí.
Lo interesante aquí es poder ver que a lo largo de los siglos nuestra especie se ocupó de dominar al resto de la naturaleza y -de alguna extraña manera- de adaptar lo que lo rodea a lo que entendía que era el mundo. A lo que entendía, probablemente, algún tirano o semejante ¿no? No precisamente los más sabios entre los que habitaran en ese momento la tierra. Por eso claramente no tenemos la mejor versión de nosotros mismos.
En los últimos doscientos, cien años, queda muy claro estoy que estoy diciendo. Especialmente durante la última centuria, donde se avanzó tanto tecnológicamente y quedó al desnudo nuestra total torpeza como seres fuera de esa tecnología. Basta ver lo que le pasa a cualquiera despojado de ella en medio de la naturaleza. Son muy pocas las chances que tendría de sobrevivir.
Vea, así de alejados estamos de lo que debiera ser. El peor castigo nos lo damos nosotros mismos si no nos damos cuenta que vamos a destruir el único mundo donde podemos llegar a habitar que es el planeta Tierra.
Por más que avance la tecnología, no va a haber otro mundo posible.
Entonces, en vez de gastar el tiempo, esfuerzo y recursos en quimeras tales, carreras espaciales y demás, es hora que nos pongamos las pilas en recuperar lo que nos queda de este mundo.
Caso contrario, no sólo nos lo vamos a llevar puesto sino que, bueno, nos vamos a autodestruir.
Aunque creo también que el mundo no es tan blando como parece. Creo también que eso es parte de nuestra soberbia. Es evidente que el mundo puede existir sin el ser humano. Hay razones de sobra para creerlo, creo que hasta la ciencia lo puede demostrar. Por lo tanto, debemos reconocer que somos totalmente prescindibles para el resto.
Así que está en nosotros decidir si queremos formar parte o no de este sistema.
De no hacerlo, y a menos que destruyamos completamente el planeta, éste se va a recuperar y continuará, claro que sin nosotros.
Esas son las dos alternativas que nos quedan, a la larga. O nos adaptamos de una vez por todas, retomamos "la buena senda", o perecemos en nuestra terquedad y en nuestra soberbia. No nos quedan muchas chances.
A la larga, el hecho que seamos seres demasiado finitos para los tiempos de la naturaleza también nos hace bastante irresponsables y obviamente egoístas: pensamos solamente en nuestra vida, y muchos ni siquiera se preocupan sobre qué mundo van a dejarle a sus propios hijos, nietos, etcétera. Bueno, la gente que quieran, bah. Que de alguna manera u otra, van a seguir existiendo, más allá de nuestra propia vida. Es lamentable.
En fin, el cambio empieza solamente por nosotros mismos.
Río de los Sauces, 17 de Enero de 2015.
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