Ir al contenido principal

Vibraciones de felicidad



¡Ah, la música!
Esa suave caricia del alma
que en las noches aciagas
me envuelve con su arrullo
cual niño al escuchar su nana.

¡Ah, música!
Contigo siento como vibra todo mi ser,
siento como la alegría vuelve a florecer
desde lo más profundo, desbordándome.

¡Oh sí, música!

Cómplice entrañable de solitarios corazones,
de seres especiales que no se contentan
con la aparente calma de la monotonía.

De incurables trasnochadores,
de los más madrugadores
y hasta de los insomnes,
o de quien simplemente
se complace en escuchar.


Enamorados de la vida,
alejados de sórdidas pasiones
por un instante fugaz de felicidad
ante tu mágica presencia.


Apasionados, atribulados,
en constante pesar
o en la incansable lucha diaria
de la supervivencia,
desde el simple despertar
hasta  la hora del sueño.

¡Ah, la música!
Quisiera ofrecerle una canción,
unas estrofas, una melodía,
que pudieran mostrarle cuánto
aprecio mi estadía
por sus bellos parajes de ensueño.
Mas nada de lo que escriba,
nada de lo que esta turbada mente
pudiera esbozar bastaría:
una oda más en su memoria,
tal vez una simple homilía.

¡Ah, música! Tu eres el espejo de nuestras almas,
ese mágico puente  que puede conectarnos
con lo que no está, lo que ya no es
y sin embargo,
por tu majestuosa intercesión,
se presenta cuando te invocamos,
cual sagrado ritual,
en el simple acto de inundar
nuestro espacio con tus vibraciones.

¡Oh sí, música!

Aparecen ante mí todos juntos,
como todas las musas posibles y más,
los héroes de tu historia, de la mía,
y salen a través de mí, como un espíritu
pugnando por volver a la vida.
Nos rodean, nos abrazan,
nos atraviesan como en una
caprichosa y alocada danza,
reuniéndonos por un instante
como si fuéramos un solo ser exultante
de alegría y vitalidad, dotado por un breve lapso
 del anhelado elixir de la juventud.
Sí, eso es, vamos a cantar, a tocar,
a danzar, a disfrutar de este momento
tan fugaz, tan eterno.

¡Ah, la música!
El tiempo pasa y la siento
cada vez más necesaria,
como la llama que enciende esta luz,
el alimento que nutre mi alma.
Despierta la algarabía y el frenesí,
me concede el sosiego y la calma,
aunque el olvido quiera librarme de ella,
en cada sonido vuelvo a encontrar su huella.

¡Ah, música!
Tu me conectas con todo lo que existe y más allá,
por eso muchos creen que le perteneces
a un dios o algún ser celestial,
pero tú y yo sabemos que no es así,
tu eres tan nuestra como de los pájaros,
del viento, de las caracolas y del mar,
de las hojas, de la lluvia y de todo
lo que pueda vibrar.

¡Oh, sí, música!

Si pudiera contarles a todos sobre tí,
todo lo que logras y no sabemos ver,
si lograras sus puertas más íntimas abrir,
¡cuánta dicha brotaría de ellos, y cuánto placer!

 ¡Ah, la música!
Esa inquietante compañera, testigo privilegiado
de todo lo que nos pasa, por dentro y por fuera.
Tu eres nuestra casa, nuestro hogar,
el refugio de nuestra alma.

¡Ah, música!
Quisiera llevarte por todos los rincones del planeta,
pero tú ya estás ahí antes que nadie,
esperándonos con la puerta abierta,
"bienvenidos, por favor, pasen".

¡Oh, sí, música!
"Bienvenidos a la fiesta" nos pareces decir al llegar.
Nos recibes con la mesa servida,
nos invitas a tu gran banquete,
siempre nos das que hablar.

¡Ah, la música!
Yo la quiero como a mi vida, como una dulce oportunidad.
Yo la amé enseguida, profundamente, y ella no se hizo desear.

¡Ah, música!
Estás siempre conmigo, eres mi felicidad.
Vibra, vibra, vibra conmigo;
suena, suena, suena una vez más.

¡Oh, sí, música!
Dame tu melodía que yo te doy mi alegría,
dame tu magia y llevate mi nostalgia,
dame tu inspiración y te devuelvo una canción,
dame tu sonido que te dare el mío,
dame tu esencia y llevate la ausencia,
dame todo tu color y te regalaré mi corazón.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

El camino de retorno II

El camino de retorno Hoy me ha tocado ver "Siberia Monamur", una película rusa de 2011 en la cual un abuelo y su nieto viven en la Taiga, en ese ambiente tan hostil para nuestra vida, donde reinan los perros salvajes que acechan a cualquier desprevenido transeúnte que caiga entre sus feroces fauces. La bestialidad no sólo está presente en estas fieras, también por el film desfilan bandidos sin escrúpulos, militares depravados y toda la crudeza de quienes viven al límite de lo salvaje. Otra mirada en torno a la vida, diametralmente opuesta a la que planteé anteriormente tras ver "Bajo la misma estrella". Sin embargo, no dejo de rescatar una advertencia que ya noté durante la proyección misma de "Into the wild" (EEUU, 2007): nuestro reencuentro con la naturaleza no debe estar excento de los principios fundamentales de la supervivencia. Entonces, en ambas proyecciones podemos ver el resultado de un necio desafío a las adversidades y las inclemencias de la

Tácticas y rasgos fascistas. La deformación y prostitución de valores

 Una de las estrategias corporativas más fascistas es la deformación de los valores tradicionales del liberalismo hasta llevarlos a extremos de prostituirlos para su utilización como promoción del capitalismo.  Las corrientes liberales del siglo XVIII que engendraron la Revolución Francesa inspiraron a numerosos intelectuales e ideólogos posteriores generando una dialéctica entre los valores tradicionales judeo-cristianos y los valores propuestos por las distintas corrientes de librepensadores. Hoy debemos llamarlos librepensadores justamente por la deformación del concepto de libertad, la cual en el liberalismo hace referencia a la libertad de pensamiento, la libertad de consciencia, a una libertad para poder vivir de acuerdo a nuestra propia visión del mundo frente a la clásica propuesta de las religiones que te dicen cómo pensar, cómo sentir y cómo vivir. También a partir del liberalismo va a resurgir otra idea de libertad, ya anhelada por las sublevaciones campesinas en la Edad Med

"No eres filósofo, solo tienes Internet"

Video original de Cordura Artificial Me gusta el título, porque en lo que a mí respecta hago filosofía desde que la conocí allá por 1997 en mi último año de secundaria en Adelia María (un pueblo del sur cordobés) donde nuestras compañeras nos miraban como bichos raros a mí y a otro cumpa, Martín (gracias eternas por acompañarme), cómo debatíamos sobre Kant o Kierkegaard. La "moda" era "El mundo de Sofía" de Jostein Gardner, una ficción acerca de una adolescente (sueca creo) cuyo padre le enviaba cartas relacionando su vida con la filosofía desde lugares remotos (trabajaba como diplomático o algo así) y nos pegó a varios estos debates entre corrientes filosóficas mucho antes que existiera Merlí y otras series sobre el tema. De más está decir que Internet estaba en pañales (fui uno de los privilegiados primeros usuarios de esa zona) y todavía el mundo pasaba por la tele, las revistas y diarios, la radio y en menor medida ya, en los libros. De hecho, este libro es ot